viernes, 18 de junio de 2010

Mi Secreto.

Desde ahora lo sabemos, seguramente hoy las cosas saldrán igual que ayer, todo repleto de una terrible monotonía donde cada mañana, al vernos al espejo, nos damos cuenta de que seguimos siendo exactamente iguales, que nos afligen las mismas cosas, tenemos los mismos motivos, objetivos, de pronto pensamos en algún trabajo que debemos entregar, que si nos vemos bien para el mundo, escogiendo o buscando alguna prenda que nos acomode, entre muchas otras cosas. Tiempo después se van encendiendo mis sentidos aferentes, despacio abro y cierro los ojos y me doy cuenta de que tengo una habilidad innata de distinguir lo que causa el contacto de mis manos al mantenerse cerca de algún objeto, pero aún así me pregunto... ¿habrá miles de sensaciones exquisitas que jamás he experimentado?, no lo se, justo ahora empiezo a disfrutar de mis manos, siento gritar la orden que manda mi cerebro a mis músculos con fin de moverlos; con mi mano derecha toco la izquierda y voy recorriendo cada milímetro de mi piel, observo mis palmas, mis huellas digitales, lleno mi pulgar de tinta blanca y lo plasmo en un papel oscuro, levanto la hoja y es ahora cuando mi mente visualiza cientos de laberintos magníficos, laberintos que vienen del sur, otros de oriente, y en cierto punto, todas las lineas permanecen en un destino.

He tenido tanto tiempo sin mover mi mano izquierda que ya la siento dormida, entonces la muevo, siento mis falanges en su lugar correcto, ¿qué tiempo he desperdiciado esta parte de mi esqueleto?. Me vuelvo estoico ante todo, tengo temor de ser algo que no soy yo, algo que no me pertenece. Tanta es la fuerza que tengo en mis dedos, que puedo levantar cualquier cosa que no sobrepase mi capacidad; introduzco mis dedos a la piscina, juego entonces con las texturas: pasto, agua, suelo, anillos de plata, incluso con mi cabello, y ahora de un milisegundo a otro, llega a mi cerebro una teoría sobre mi sentido del tacto, se formula de una terca justificación hacia la presunta realidad, lleva quizás un poco de nihilismo. Suponiendo que vivo en una doble realidad, que mi mente y mis impulsos eléctricos unicamente se manifiestan dentro de mi, puedo sacar la teoría de que mi mano izquierda posee cierto número de capas de texturas de tamaño atómico, de las cuales son distintas cada tipo de sentido, es decir, mi mano posee texturas, las lleva dentro y ella decide la manera en que se deberán de percibir los objetos; lo cierto es que ninguna persona en el mundo tiene las mismas intuiciones ni sensitividad. Luego veo mi mano por horas y caigo en un estado de alucinación, donde mi mano se vuelve transparente y entonces mia ojos toman la forma de un microscopio óptico, así es como puedo verlos, de verdad!, ¡si que los veo!, y son magníficas, cada textura despierta una emocion en mi, pareciera que ahora mi mano izquierda es la que manda todas mis reacciones, no deja de sentir deseos de explorar campos materialistas, naturaleza y lo etéreo. Un lapso que no logro comprender, ¿qué ha sucedido? No losé, sin embargo sé que es un secreto, es mi secreto, algo que vendrá de la mano de la complejidad y que no descubriran, solo yo se que es ella, mi mano izquierda la que posee la magia, ella instaura cada latir en este cuerpo absurdo y que sigue, y sin duda, seguirá sin motivos ni explicaciones claras.

A distancia...

Hoy, en el alféizar de mi ventana, confundo el silencio de la noche y el canto de los grillos con esta ausencia tuya a distancia…

Que inmensa tranquilidad va con el frío viento esta noche (de las primeras de abril, ahora últimas), donde todo habla de ti; el cielo pelón de estrellas, sólo destaca la bella luna y por medio de un laberinto de túnel, me voy en un sueño a buscar la hermosa mirada apagada que me conquista cada instante que cruza con tus ojos.

Y en medio de este conmovedor vacío, van falleciendo las luces de la cuadra entera, donde ahora brota la oscuridad y sólo queda un destello imaginado sobre el cual se encuentra tu luz incrustada en un gran pedazo de mi aura translúcida; vas llenando cada segundo en el que mi voz repite tu nombre, ¡¡que poder el tuyo!! De no bajar un segundo, ni por vía marítima donde te hundes convertido en submarino veloz.

Pero no sirve de nada maldecir un mínimo porcentaje de algo, ahora abrazo este instante que más tarde estará distante, se habrá extinguido, más volverá cuando sienta venir el estrépito de tu presencia que hará temblar el suelo y volteará mis pasos a ese abismo de sueños inagotables que tan solo parpadean sin dejar de brillar…

jueves, 10 de junio de 2010

Yo lo pude ver.

Yo lo pude ver, estoy segura de ello y… ¡aún puedo!. Si vos hubieses tenido la cabeza fuera de la flor de maravilla quizás justo ahora estarías tan asombrado como yo. No se definir claramente la sensación que percibo, la oscuridad de la noche, el silbido del silencio, el aleteo del viento, el caminar de aquel muchacho.

Ahora el rojo ya no me perturba, ¡me llama!, me atrae la intensidad y la fuerza de este color intenso; salto de mis pensamientos a la realidad y entonces veo la sombra de aquel árbol magnate, esa sombra intolerante que jamás se ha movido, cubre toda la calle de una acera a otra, es el único sitio donde, al caer la refulgencia del sol, puede uno resguardarse, pero lo curioso es que de noche los faros suelen llegar ahí y forman una sombra llena de luz (de ese rojo) que es la que me hace poder ver las letras que durante la historia se han escrito con transparente. Tal vez no soy la única que lo sabe, quizás el muchacho que suele caminar cerca también lo ve, no lo sé, alguna vez le preguntaré, por ahora, solo me queda observar…